6 de mayo de 2016

Confesiones de otoño

Este espacio es mío. Es mi catarsis. Mi rincón de paz.
Y si alguien accede a él es por dos razones: o yo le otorgué la posibilidad, o cayó de casualidad.
Y vos, corazón, pertenecés a la primera de las opciones.
Yo te invité, te traje, te involucré.
Como todo en mi vida: a quien quiero, lo incluyo: en todo, con todos, con todo. 
Yo no manejo medias tintas, quiero o no. Amo o no. 
Lo otro, es para los indecisos. Para los que no saben lo que quieren. O no quieren lo que tienen.
Yo sé. Clarito lo sé. Y soy feliz por eso. Sé lo que quiero.
Seguramente no lo tenga, pero sé lo que necesito.
Llegué a esta altura de mi vida sabiendo lo que quiero.
No es poco. Te quiero. Y me quiero. Y posiblemente estos dos quereres, entren en contradicción.
La cuestión será aclarar si quererte, hace que yo me quiera menos. 
De ser así, voy a necesitar no quererte más.
Va a costar. Pero si finalmente siento que vale la pena dejar de quererte, toda mi energía la pondré ahí. En olvidarte. Y dejarte vivir tus amores reales en paz.
La felicidad en esta vida corta, es personalísima.
Cada uno arma su felicidad como le parece mejor.
Y si yo no soy la felicidad de alguien, simplemente, me fuí. 
No será la primera vez que resigno el amor y huyo. 
Pero eso, también es amor del bueno: retirarse cuándo una sabe, posta, que jamás la van a amar.









No hay comentarios: