31 de mayo de 2016

Final sin fin

Al final, la tipa era una veleta.
Se lavó la cara, se envalentonó, y salió dispuesta a poner los puntos.
Le duró poco. Todo. La cara limpia y el valor.
Con un solo abrazo la convencieron de todo lo contrario.
No sabía si lloraba por desconsuelo, o por la bronca de perder el rumbo.
Así y todo, ante la prueba irrefutable de debilidad que experimentaba,
no cedió a los impulsos y se volvió sola.
Eso también le duró poco.
Como media hora después aceptó la oferta, entre feliz e indignada, y se dejó llevar una vez más. 
Ahí, dónde todo lo demás desaparece.
Y todo parece perfecto. Hasta parece amor.





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