3 de septiembre de 2015

Sorpresa

Y un día me quedé en silencio. No tuve más que decir.
Las otras palabras me envolvieron, me superaron, me paralizaron. No había respuesta. Mi verborragia yacía desvalida apoyada sobre mis codos que descansaban en la mesa.
Por mi cabeza pasaban palabras deshilvanadas que no lograban encadenarse en nada coherente.
A mí, que siempre tuve algo que decir, que fui la reina de la acotación, me callaron.

Y me encantó.

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