Creo que necesito un hombre
que me conserve, como al ají en oliva, en un frasco con tapa para que dure.
Que me conserve un poco
pero no demasiado, que me demuestre que como el ají, está bueno estar solito en
su oliva, macerando…para después acompañar una buena carne de exportación.
Y que me deje ahí,
tapadita, mientras él también se macera en sus jugos. Para sacarme un rato y
con el mejor estilo gourmet, nos emplatemos sin decoración.
Que me suba bien alto y me
deje bajar despacito, como pluma al viento. Que me saque la escalera que
seguramente yo elegiría para acelerar los trámites, que me pase de cuarta a
segunda pero sin freno.
Que se la pase a gusto en
su propio frasco, que lo haga sentir pleno pero no del todo…así vuelve por mí.
Que me convenza de que no
estar, no es olvidar.
No invadir, no es ignorar.
Y que el tiempo es solo
cuestión de tiempo, y lógica del tiempo. Que me enseñe a disfrutar el presente, y no me deje pensar, así
mi cabeza no destruye mi sentir. A tener paciencia, y reposar en mi frasco sin
hacer absolutamente nada. A compartir lo bueno, lo rico, lo que hace bien. A vaciarme
de mí, para poder llenarme de él.
Eso, un hombre que me
conserve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario